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e o discurso do filho da puta...
[anda]
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julho 06, 2014
Gracias infinitas le sean dadas
Conozco fanáticos de los catálogos de libros inencontrables y me los imagino celebrando estos días la aparición en París de La Bibliothèque invisible, de Stéphane Mahieu (Éditions du Sandre). Acabo de leerme precisamente las notas sobre cada uno de los libros inexistentes reunidos por Mahieu y he de confesar que, tras haberme partido de la risa con alguna de las notas, ahora me siento brutalmente saciado, como si hubiera leído, por muy inexistentes que sean, la totalidad de los libros de los que informa el catálogo.
Es tremendo. ¿Quién da más? En un solo volumen La Bibliothèque te da
tan apabullante información sobre diferentes libros falsos que al final incluso
puedes acabar creyéndote que eres un lector exageradamente voraz. Vienen en
este momento a mi memoria los tomos falsos de La Bibliothèque que me han
quedado más grabados: los que cita J. Rodolfo Wilcock en La sinagoga de los
iconoclastas, los que nomina Rabelais en Gargantúa y Pantagruel…
Como cada libro inventado tiene algo de gran juerga íntima, a veces La
Biblioteca de Mahieu parece una secreta reunión de fiestas que no existen. Algo
está claro: la insistencia en editar este tipo de catálogos demuestra que sigue
habiendo gente apasionada por los libros no pensados para lectores crédulos
(léase también simiescos).
También queda gente, creo percibir, que está interesada en que se
reediten libros reales que, por descatalogados, se nos han vuelto trágicamente
inencontrables. Libros, por ejemplo, como Maupassant y “el otro”, de Alberto
Savinio. Después de todo, es comprensible que si hay este auge de las
antologías de obras inventadas, alguien algún día se descuelgue de pronto con
un Catálogo de descatalogados, lleno de libros reales que hasta puedan parecer
falsos.
De entre los mejores volúmenes de libros inexistentes, mi preferido
siempre será Mirabilia. Catalogo ragionato di libri introvabili (Zanichelli
editoriale). De él aún recuerdo el hipnotizante ritmo de los títulos de obras
falsas que se iban sucediendo, tomos inencontrables de Bolaño, Perec, Robert
Derain, Manganelli, Umberto Eco, Walter Shandy, John Webster Spargo (a quien
debemos el genial Libros y librerías imaginarias).
Creo que en ese Catálogo de descatalogados que algún día se escribirá
no debería faltar la cumbre de los tratados verdaderamente divertidos, aunque
inexistentes: De nasis, de Hafen Slawkenbergius (Londres, Letters Yorick,
1761), citado por Laurence Sterne en Tristram Shandy. Se habla en ese tratado
de la decisiva importancia que tienen las narices humanas en el curso de la
vida de todo mortal… En fin, no debería faltar tampoco, por supuesto,
Maupassant y “el otro”, el elegante y brillante trabajo del gran Savinio, que
fue autor también, por cierto, de Nueva Enciclopedia, agudo compendio de
saberes razonados y libro felizmente, en este caso, no descatalogado, ya que,
con su habitual buen hacer, el editor Jaume Vallcorba (Acantilado, 2010) lo
impidió en su momento. Gracias infinitas le sean dadas.
julho 03, 2014
julho 02, 2014
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